A estas alturas de la crisis, todo el mundo conoce a alguien que en el último año se ha ido al paro o que tiene la soga de un ERE esperando en la oficina. El tajo de la construcción ha transmutado en muy poco tiempo en una auténtica checa de exterminio de empleo. La fosa común del INEM contaba en agosto con 500.000 personas más que hace exactamente un año, un 25% más de desempleo. En un año, el número de hombres en desempleo ha aumentado un 45%, mientras que el de las mujeres ha crecido un 11,3%. A este ritmo, dentro de unos meses habrá casi los mismos hombres que mujeres en las listas, todo un récord de igualdad; ¡agua y ajo para todos!.
Un problema histórico del mercado laboral español es la falta de capacitación de los trabajadores para desempeñar un trabajo distinto al que están habituados. La solución llevará años, quizás décadas. Es claramente un problema de la formación de los jóvenes. No parece, por tanto, que la medida que prepara el Ministerio de Educación de convalidar módulos de la FP sea el camino para aumentar la tasa de ocupabilidad, la probabilidad de que el parado encuentre empleo.
Agosto dejó el número de solicitantes con un grado muy bajo y bajo de ocupabilidad en 1,124 millones, lo que representa un 44,46% del total. Si miramos el dato de octubre de 2006, año en que empezó a registrarse esta estadística, nos daremos cuenta que poco o muy poco se está haciendo para darle la vuelta a la tortilla. En aquella fechas se encontraba en un muy lamentable 46,6%, apenas un 2% superior que el actual. Y es todavía más lamentable si se tiene en cuenta que el número de solicitantes con grado muy bajo y bajo de ocupabilidad ha aumentado un 21%, de 929.247 en octubre de 2006 a los ya mencionados 1,124 millones actuales.