Gonzalo Peltzer analiza hoy en EL MUNDO el proyecto de ley que limita la propiedad de medios de comunicación, pendiente de aprobación en el Senado, en Argentina (la ley mordaza de los Kirchner).
Tierra arrasada
Qué pretenden los Kirchner con la nueva ley de Medios
La Ley de Servicios Audiovisuales tiene media sanción a partir de la noche del miércoles en Buenos Aires. Falta la aprobación del Senado para que entre en vigor. Hasta aquí todo parece fenomenal, democrático y republicano. Pero no lo es.
La nueva ley tiene un solo fin y muchos daños colaterales. Por lo pronto es una venganza apurada de Kirchner contra Grupo Clarín.
El congreso actual está ilegitimado desde el 28 de junio, cuando el kirchnerismo fue rechazado por 70 de cada 100 votantes en unas elecciones de medio término adelantadas caprichosamente para evitar una derrota segura a fines de octubre. La derrota vino igual y el kirchnerismo perdió la mayoría en el Congreso, pero a partir del próximo 10 de diciembre. Mientras, con la mayoría todavía legal, Kirchner acelera las leyes de su venganza. Acelerar es poco: los diputados –alzamanos de Kirchner- tuvieron que votarla horas después de incorporar 200 modificaciones y con una noche en el medio. Nadie la leyó y en el apuro también se esconde la trampa de un proyecto que agrede la libertad de expresión, la propiedad y los derechos adquiridos gracias a una ley del propio Kirchner, que permitió la fusión de los dos grandes canales de cable de la Argentina para el Grupo Clarín, cuando parecía que los Kirchner eran eternos y Clarín jugaba en el mismo equipo.
A algunos les asombra la fidelidad de los soldados del Gran Marido, pero todo se explica con la billetera del gobierno y la bunkerización del poder en la Argentina gobernada por un psicópata desde la alcoba de su mujer. Y también hay que decir que Clarín tiene otros enemigos además de los Kirchner.
Hasta hace pocos días la ley era también un intento de pasar el inmenso negocio de las comunicaciones a los socios tácticos de Kirchner, pero el gobierno tuvo que ceder el triple play (telefonía, internet y televisión) para conseguir los votos socialistas que necesitaba para ganar en Diputados.
Si el Senado aprueba la ley, el Grupo Clarín -y cualquier otro periódico que tenga a su vez canales de televisión abierta y de cable y más de diez emisoras de radio- deberá optar por perder su buque insignia y otros cinco periódicos, o desprenderse de los canales de cable en el plazo un año. Pierden también las inversiones realizadas para los próximos ocho años de una licencia concedida hace dos por el propio Kirchner y malvenden a precios de remate a los únicos que pueden comprar: los amigos del poder.
Telefónica de España, propietaria de un canal de aire en Buenos Aires y de otros ocho en el interior de la Argentina, deberá desprenderse de ellos si quiere seguir en el negocio de la telefonía. Prisa, en cambio, se queda como está: solo tiene emisoras de radio en el país. Además, cada dos años, un comité con mayoría gubernamental podrá caducar las licencias a los canales de radio, televisión y a los cables ¡que no usan espectro! Próxima parada: volver a los tiempos anteriores a Carlos III, que levantó la licencia real a las publicaciones en América para controlar a sus funcionarios.
Para entender todo esto hay que explicar que Kirchner es una máquina de crear poder aún desde el pequeño charco que le queda. Y que se cae, pero deja la tierra arrasada en castigo al pueblo que lo rechazó en las urnas. No será la primera vez en la historia.
Gonzalo Peltzer es miembro fundador del Centro de Estudios de Medios de Buenos Aires y Director General del diario El Territorio de Posadas.
Puede seguir los comentarios diarios de Gonzalo Peltzer en el blog Paper Papers.